¡Hola Chic@s! Hace unos días encontré, navegando por los periódicos digitales, una noticia muy interesante y que me recordó una idea de hace años. Cuando estudiaba en el instituto mi profesor de historia comentó que él tenía su propia biblioteca en casa. No se trataba de varias estanterías, donde almacenar todos los libros que has ido adquiriendo durante años, sino que nos describía una habitación dedicada únicamente a la lectura. El mobiliario existente en ella era un sillón muy cómodo, una lámpara para iluminar cuando la luz escaseaba, y un escritorio donde poder tomar todas las notas que se le venían a la cabeza. Muchos estaréis pensando que se trataba de un simple despacho, pero lejos de acoger una función laboral, para él era un espacio de ocio, un lugar donde alejarse de sus preocupaciones y desconectar del mundo. Aquí, los libros se albergaban en estanterías que recorrían el perímetro de toda la habitación, y los clasificaba de una forma un tanto de andar por casa, pues evidentemente no seguía las normas de Clasificación Decimal Universal.
Desde aquel momento, tendría unos 18 años, decidí que el día que tuviese mi propia casa querría tener un lugar así, siempre que el espacio me lo permitiese, y dejar de lado la auténtica odisea que muchas veces supone buscar un libro. Éstos, actualmente, se encuentran repartidos entre mi habitación, aquellos que me han ido regalando o he adquirido yo misma, la de mi hermano, que guarda toda la colección infantil de cuando era pequeña y que él aumentó, y un gran mueble en el salón, donde puedes encontrar el resto de libros que compran mi padre o mi madre, eso sí, no debemos obviar las mesitas de noche pues aquí siempre hay millones de lecturas en curso o que serán futuros proyectos. En definitiva, todos se encuentran esparcidos y cada uno leemos donde más se nos apetezca, sin tener una habitación dedicada únicamente a esta actividad.
Pues bien, dejando un poco al lado mis anécdotas y deseos, vuelvo a la noticia que el otro día pude leer a través de la versión digital de ABC. El titular de ésta decía así “Media Hub, un “gadget” para gestionar tu biblioteca digital a distancia”. Una biblioteca que tendríamos en nuestra casa, totalmente transportable y que ocupa poquísimo espacio, pues se trata de una aplicación informática. Su forma responde, más o menos, a la de la torre de un ordenador pero en dimensiones más reducidas. La función de este nuevo “aparatito” es la de poder conectar todos los archivos con los que contamos, de un modo fácil, para aquellos que no sepan manejarse bien con la informática, y seguro, para los que piensen que pueden perder algún tipo de información.
¿Cansad@ de pelearte por el disco duro, pasar archivos de un ordenador a otro con un 'pen' y tener tu hogar convertido en una selva de cables? La multinacional Cisco ha lanzado un nuevo producto ideado para reunir y presentar en un sólo vistazo todos los archivos digitales que el usuario tiene almacenados en diferentes dispositivos (discos duros, portátiles o pendrives), en un acceso centralizado, para compartirlos en red.
De modo que esa sala que añoraba será sustituida por una nueva aplicación informática, y ya no tendré que consular revistas de decoración que me aconsejen la disposición de los muebles, si no que como mucho podrán decirme en donde quedaría “más mona” esta nueva CPU. Esto no debería sorprender pues estamos viviendo en una sociedad donde la digitalización, tanto de archivos como de bibliotecas, se encuentra a la orden del día. ¿Cuántas veces hemos comentado en clase la posible desaparición de estos lugares? Si lo hacen, tal y como lo conocemos hoy en día, será porque el libro se sustituirá por documentos digitales y no tendremos la necesidad de albergarlos en algún lugar. Por tanto, si no hay libros, algo inimaginable para muchos, tampoco tendrá sentido que en casa tengamos un sito dedicado para el disfrute de su lectura. Todo quedará recogido en pequeñas maquinitas y nuestros nietos o bisnietos ni siquiera los conocerán, en fin, tampoco lo echarán de menos. Una pena, pero al menos, siempre podrán sumergirse en una historia de hadas o dragones.
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