De visita a la biblioteca.

¡Hola Chic@s! Esta entrada va a ir dirigida a la visita, que realizamos el jueves, a la biblioteca de nuestra universidad. Nos dirigimos hacia ella desde una visión totalmente distinta, no sólo a la mayoría de veces que lo hacemos, sino diferente a las visitas realizadas, hasta ahora, en otras materias. En dos ocasiones, nuestros profesores quisieron mostrarnos la biblioteca de otro modo. Quizás, fue el otro día, en patrimonio musical, cuando nos adentramos desde una perspectiva más profesional. El profesor nos habló del sistema de clasificación universal y nos ejemplificó in situ, a grandes rasgos, la forma en que funcionaba. Es más, nos puso una tarea bastante interesante, desde mi punto de vista. Cada uno tenemos un tema, muchos de nosotros incluso desconocemos por completo el personaje que nos atañe, y debemos encontrar la mayor información posible sobre él. Pero no interesa el contenido de los libros en sí, sino la forma en la que hemos buscado, como un dato insignificante nos ha llevado a otro, haciéndonos ver que existen más libros relacionados con ese tema de lo que pensábamos. De forma, que se nos enseñe a buscar y a solventar ese pequeño problemilla que muchos padecíamos, ¿dónde puedo encontrar información? Volviendo a nuestra “pequeña excursión”, aunque os mantendré informados sobre cómo va mi trabajo, debo decir que me ha sorprendido gratamente. Realmente, creo que todo en esta asignatura me ha impresionado para bien ¿quién me iba a decir a mí que iba a tener un blog? Yo que pensaba que no me gustaba que me leyesen, y ahora, estoy encantada de hacer una nueva entrada.



Nada más llegamos, a las cuatro en punto, un bibliotecario se presentó como nuestro guía y nos hizo pasar a la zona de trabajo. Pero, no a aquella donde todos los días nos sentamos con nuestros apuntes, sino a la zona en la que trabaja el personal, sí esa que siempre vemos a través de una gran cristalera. Una vez allí, fue indicándonos todo el proceso desde que se pide un libro hasta que lo encontramos en las estanterías de la biblioteca. Para sorpresa de muchos, debo decir, que es un trabajo muchísimo mayor a lo que podemos imaginar en una primera impresión. Lo primero que vimos, como es lógico, fue la llegada de los libros. Para que esto suceda nos encontramos con tres vías: en primer lugar, los profesores pueden pedirlos directamente a la editorial, me sorprendió mucho que tan sólo fuese necesario que rellenasen un formulario que los bibliotecarios revisan. Este método ahorra mucho trabajo, en comparación con el otro existente, pues sino deben de facilitar la bibliografía de su asignatura a la biblioteca y que aquí se encarguen de todo el trámite. Por otro lado, nos encontramos con los alumnos, aunque muchos desconozcan que nuestra opinión cuenta, así es, a través del buzón de sugerencias podemos hacer que la biblioteca aumente su colección, eso sí, solamente se realizarán aquellas compras que se consideren de utilidad. Finalmente, un sistema que desconocía por completo, la donación. Cualquier persona puede regalar tantos libros como desee a la universidad para que sus usuarios puedan consultarlos. Esto es bastante beneficioso, pues no tenemos que desembolsar una gran cantidad de dinero, pero cuenta con el problema del espacio. No todos los ejemplares, que se regalan, se encuentran en las estanterías de nuestras salas de lecturas, pero sí que, podemos consultarlos tras previa petición.





Pero ¿qué hacemos cuando ya tenemos todos los libros en nuestra biblioteca? Una vez que hemos realizado todas las comprobaciones pertinentes, que cada editorial haya mandado todo correctamente, debemos almacenar estos ejemplares. Nuestro pedido va a pasar a ocupar unas enormes estanterías divididas por materias, para así facilitar las siguientes tareas, en donde esperarán hasta que alguien pueda dedicarles un ratito de tiempo. Lo principal, antes de que un libro salga de la zona de trabajo, es haberle puesto un sistema antirrobo y catalogarlo. Aunque parezca mentira, no son pocos los volúmenes que se extravían, bien dentro o fuera de la biblioteca, por lo que es necesario poder localizar los libros con facilidad. Para ello se van colocando, normalmente en la contraportada, una pegatina con láminas, un sistema, que está siendo sustituido por los chips. Lo más curioso de todo, es el uso de unas pistolas que solamente con pasarla nos ayuda a localizar los libros que se perdieron, o saber los que tenemos en los carritos por colocar, o en las mesas consultándose y un sin fin más de ventajas más. En mi opinión, es un modo muy cómodo y eficaz de solventar uno de los grandes problemas de la biblioteca, pues recuerdo como el curso anterior quise sacar un manual, del que solamente había un ejemplar, y estaba perdido. La tarea de búsqueda supone un gran esfuerzo por parte del personal y un gran problema para los usuarios, por lo que es una satisfacción, que contemos con estos métodos en nuestra biblioteca. Unas líneas más arriba hice referencia a dos labores fundamentales: la colocación de sistemas antirrobo y la catalogación. La catalogación no es más que la descripción tanto de los rasgos externos (número de páginas, autor, editorial…) como de los internos (contenido). Es decir, debemos hablar de una forma concisa de los detalles más relevantes del libro. Para llevar a cabo este proceso el bibliotecario transportará a su mesa los volúmenes con lo que va a trabajar. Una vez aquí, echarán una ojeada al “Encabezamiento de materias de la Universidad de Sevilla” o “Las Reglas de catalogación españolas” entre otros libros. La consulta de estos manuales únicamente responde a la necesidad de fijar unas normas comunes para todas las bibliotecas. Para mi sorpresa, David nos dijo que este proceso no solía ocupar mucho tiempo, aunque sí que en muchas ocasiones presentaba dificultad a la hora de saber a qué materia pertenecía exactamente un libro.




Bueno, ya tenemos nuestro libro perfectamente descrito y con las últimas tecnologías de localización, ¿qué hacemos ahora? ¿Lo llevamos ya a la sala de lectura? No, todavía nos queda que registrarlo mediante una signatura. En ella se recoge un resumen de las abreviaturas de CDU, las tres primeras letras del autor y las tres primeras del título. De este modo, cada volumen queda registrado mediante un tejuelo. Esta idea es muy importante, pues debemos facilitarle al usuario la localización de los ejemplares que desea consultar, y para ello, es necesario que los criterios sean los mismos en todos los centros. De este modo, sin tener conocimientos sobre biblioteconomía, tras el uso frecuente a de las bibliotecas podemos llegar a familiarizarnos con el sistema.



Pero no encontramos únicamente libros en la biblioteca sino que también podemos consultar revistas, tanto físicamente como on-line. Quizás, el mayor problema que presentan estas publicaciones, es que se encuentran atadas a diversas suscripciones, por lo que es necesario estar pendiente de todas las recepciones y revisar detalladamente cada pedido. Por suerte, la biblioteca cuenta con un programa informático que avisa al bibliotecario en el momento en que se retrase la llegada de un ejemplar. En el caso de las consultadas por la web, como es lógico el problema es bien distinto, pues no es necesario que lleguen hasta la biblioteca. Aquí, nos encontramos con que el usuario puede consultar unas 18.000 revistas, por lo que es bastante difícil controlar todas ellas, ya que pueden desaparecer, fusionarse, decidir ampliar los años de visión, etcétera.



Todos estos procesos se encuentran volcados en la página de la biblioteca de la universidad. De modo que nos vamos acercando a la web 2.0, aunque el camino por recorrer es largo, cada año se van aumentando los proyectos. Por ahora, disponemos de la posibilidad de valorar los libros que consultamos, y en breve, también podremos realizar comentarios sobre él. Pero esto no es todo, se cuenta con un sistema que nos avisa de la entrada a la biblioteca de cualquier publicación, relacionada con el tema que más nos interese, los RSS nos informan de las novedades, podemos acceder a los recursos los 24 horas del día y durante los 7 días de la semana, tenemos máquinas de autopréstamo, existen diferentes perfiles según los distintos usuarios, etcétera. Pero, sin lugar a dudas, el proyecto más ambicioso es el préstamo consorciado. Una vez que se encuentre disponible, podremos consultar libros de las diferentes universidades andaluzas, sin la necesidad de desplazarnos. Esta idea es bastante buena, pues actualmente ni siquiera podemos disponer de los ejemplares de la universidad de Sevilla, algo que nos beneficiaría pues su catálogo es mucho mayor. Aquí, reside el principal problema de este proyecto, las universidades con unos fondos más amplios, temen verse perjudicadas y que sus usuarios se queden sin esa gran oferta de la que disponen. Pero tampoco se queda atrás la idea de crear un archivo digital donde podamos acceder a todos los trabajos del profesorado, tanto a los docentes como los de investigación. El problema reside en que los derechos de autor los tienen las revistas en donde se publican y, como es normal, es bastante difícil llegar a un acuerdo. En definitiva, nuestra biblioteca cada vez se acerca más a los modelos más innovadores, y algún día, podremos contar con un centro 2.0.



Hasta aquí llegó nuestra visita por el mundo interno de la biblioteca, y tras estar una hora acercándonos un poquito más al trabajo de un bibliotecario, me quedó claro que su tarea engloba muchísimos proceso más de los que pensaba. Además, gracias a ellos, en tan sólo 5 minutos puedo tener en mis manos la monografía o el manual que más me interesa. Por tanto, he de decir que las nuevas tecnologías están beneficiándonos tanto a los trabajadores como a los usuarios.




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¡Bienvenidos a mi blog! Espero que os guste el mundo de la bilioteconomía pues la mayoría de entradas se econtrarán ralacionadas con éste.
 
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